Hasta el 76 % de los tucumanos entiende que la vacunación contra la Covid-19 es un deber cívico, de acuerdo a una investigación llevada a cabo a fines del año pasado de manera conjunta por investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad Privada Macalester College, de Minnesota, en Estados Unidos. Los datos -que se conocen ahora- ponen de relieve el arraigue de la cultura sanitarista local.
"Ha quedado en evidencia la confianza que la gente tiene en su sistema de salud. Si bien en una primera etapa había miedos y dudas, el mensaje de parte de los médicos fue convincente. Entre ellos hubo un consenso muy grande. Le transmitieron a la población que estas vacunas son necesarias, efectivas y seguras", analiza Eric Carter, doctor en geografía con cátedra en salud global, licenciado en historia e investigador de Macalester College.
- ¿A qué cree que se debe la aceptación de los tucumanos a las vacunas?
- Creo que en Tucumán, y en el resto de la Argentina, el acceso a la vacunación está visto como un derecho social. Hay una cultura sanitaria fuerte. Nadie duda en vacunar a sus hijos, incluso a los recién nacidos. Es como si estuvieran acostumbrados.
- ¿Cómo observa esa aceptación en comparación con lo que sucede en otras naciones?
- Esto no ocurre en otras partes. En mi país, por ejemplo, el movimiento de los antivacunas se encuentra muy extendido. Su discurso se oye desde hace varios años, incluso antes del coronavirus. Esto genera dudas hacia las campañas de vacunación, en general. De hecho, una gran parte del público estadounidense rechaza las vacunas porque sospecha que contienen sustancias perjudiciales para la salud. Hasta piensan que vienen con un chip o que se trata de una maniobra del capitalismo para controlar a las personas. Aunque suenen extrañas, estas creencias se encuentran difundidas.
- En el primer mundo, muchas enfermedades no son una amenaza, como aquí sí lo son el dengue o el cólera, por ejemplo. ¿Eso influye?
- Sí. En muchos países se ha perdido la práctica de vacunarse porque las enfermedades infecciosas han desaparecido varias décadas atrás. Entonces, la gente no siente el mismo temor que podría sentirse aquí.
La investigación del Conicet y de la casa de altos estudios de Minnesota fue efectuada en distintos sectores del Gran San Miguel de Tucumán, uno de los 11 aglomerados argentinos con más de 500.000 habitantes. "Mientras en algunos países sufren nuevas olas y duros rebrotes debido a la baja aceptación de las campañas, aquí la gente ha expresado confianza", añade Laura Cordero, investigadora del Conicet, especialista en salud social y comunitaria y doctora en ciencias sociales.
Las vacunas son probablemente el mayor avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad, retoma Carter. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que evitan entre dos y tres millones de muertes cada año. Sin embargo y al no llegar a todo el mundo, dos millones de personas fallecen anualmente por patologías prevenibles. La poliomielitis está cerca de su erradicación gracias a la inmunización y el sarampión ha perdido mortalidad. "Aún así y a la vista de la efectividad, mucha gente las rechaza", menciona el catedrático, autor de libros sobre el paludismo y las políticas de salud pública y sobre la medicina social.
Actualmente, la campaña de vacunación contra el coronavirus registra en la Argentina ciento un mil millones de dosis administradas, de las cuales 40 millones corresponden a la primera aplicación y 37 millones corresponden a la segunda. Además, 23 millones de personas han recibido el primer refuerzo.
Ese número total de dosificaciones ubica a los argentinos en el puesto 22 de los países con mejor nivel de inmunización, de acuerdo a información precisada por el diario "La Nación".
Si se considera el porcentaje de vacunados respecto de la población total de cada distrito, el ránking es encabezado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Pampa y San Luis. En cuanto al porcentaje de habitantes que cuentan con dos dosis, el listado es liderado por Santiago del Estero.
Con respecto a Tucumán, los datos del Monitor Público de Vacunación señalan que hubo un nivel óptimo en cuanto a la aplicación de las dos vacunas iniciales, con 1.4 millón de personas inoculadas con la primera dosis y 1.3 millón con la segunda. No obstante, apenas el 31 % de quienes iniciaron el esquema recibieron refuerzos. En este sentido, se trata de uno de los distritos que más baja tasa de adhesión a conseguido a nivel nacional.
Por el momento, se están aplicando seis marcas: Sinopharm y Cansino (elaboradas en China); Pfizer y Moderna (fabricadas en Estados Unidos); Astrazeneca o su versión Covishield (producidas en el Reino Unido y en la India) y Sputnik V (desarrollada en Rusia).
En la pandemia, la unión entre vecinos fue el salvavidas de muchos tucumanos